- Dos mil 100 ejemplares de los siglos XVI al XVIII del Fondo Franciscano de la BNAH recibieron diversos tratamientos durante más de cinco meses, para asegurar su conservación
CIUDAD DE MÉXICO, México, nov. 25, 2014.- Disquisitionum magicarum libri sex,
una elaborada investigación en tres tomos de Martín Antonio del Río que
permitía a inquisidores sentenciar sobre magia y hechicería; o Vita D. N. Christi, de Bartolomé Ricci, ilustrado con 160 bellos grabados, son algunas rara avis del
Fondo Franciscano de la Biblioteca Nacional de Antropología e Historia
(BNAH), el cual ha sido estabilizado casi en su totalidad.
Al igual que todo el corpus del
Fondo Conventual de la BNAH, los dos mil 500 que componen su colección
franciscana son supervivientes de varias vicisitudes: largos y arduos
trayectos de Europa al Nuevo Mundo, traslados de un convento a otro, y
su paso a bibliotecas del Estado tras la Ley de Nacionalización de los
Bienes Eclesiásticos, en la segunda mitad del siglo XIX.
Luego
de un diagnóstico y cual pacientes en un hospital de especialidades,
estos volúmenes de los siglos XVI al XVIII, custodiados por esta
biblioteca del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH),
recibieron diversos tratamientos durante más de cinco meses. Este año se
atendieron dos mil 100 ejemplares y los 400 restantes, el próximo año.
Xóchitl
Cruz Pérez, restauradora de la BNAH a cargo de estas labores de
estabilización, explicó que el dictamen sobre estos materiales arrojó,
entre otros, los siguientes datos: 80% están realizados en soporte de
papel de trapo, en su mayoría poseen encuadernación en pergamino y 18%
en piel. Destacan a su vez 27 libros de gran formato con una rica
decoración plateresca sobre tapas de madera.
La
especialista destaca que debido a su calidad, pues están impresos en
papel de trapo (compuesto de fibras largas de celulosa provenientes de
lino y algodón), estos ejemplares pueden traspasar aún varias
generaciones. Del conjunto atendido, 80% presentaba deterioros en la
unión de la cartera y el cuerpo del libro, o costuras fracturadas;
asimismo, 25% tenía afectaciones por hongos o insectos.
A
partir de este diagnóstico se determinaron los procesos a los que
serían sometidos los libros. Todos ellos pasaron por una limpieza en
seco con brochas, un repaso página por página, que permitió retirar el
polvo acumulado durante siglos; en el caso de alguna afectación por
hongo, con anterioridad se les aplicó un fungicida natural.
La
catalogadora de la BNAH, Marcela Conde Reyes, destaca que si bien la
mayor parte del Fondo Franciscano contiene temas teologales (varios de
ellos escritos por jesuitas), de catequesis o para la instrucción de los
hermanos de orden, existen otros sobre el calendario agrícola basado en
conocimientos astronómicos, o bien, tratados de arquitectura tan
importantes como el de Andrea Palladio, editado en 1663.
Entre los volúmenes destaca por su ilustración Vita D. N. Christi,
de Bartolomé Ricci; cada uno de los 160 grabados que pueden admirarse
en cada vuelta de página debió requerir el trabajo día y noche de una
semana, pues la técnica calcográfica con que se realizaron implicaba un
esmero particular para lograr la intensidad tonal de la impresión.
Su
valor estético es bastante, además del esquemático, pues los grabados
sobre los pasajes de los evangelios incluyen números para cada
versículo, y al leer el texto en latín se hace referencia a cada una de
las ilustraciones. Sobre esta obra hay varias ediciones, pero muy pocas
contienen grabados, detalló la especialista.
Respecto a Disquisitionum magicarum libri sex,
de Martín Antonio del Río, reconocido como autoridad en la persecución
de la hechicería durante el siglo XVI, Marcela Conde comentó que debido a
lo exhausto del trabajo una verdadera enciclopedia sobre magia,
alquimia, hechicería, profecía y apariciones, además de instrucciones
dirigidas a los inquisidores, muchos acusaron al clérigo de difundir y
propagar el uso de maleficios.
Conscientes
de las joyas bibliográficas en sus manos, estudiantes de Etnohistoria o
Filosofía y Letras, entre otras disciplinas, limpiaron con delicadeza
cada pergamino, encontrando alrededor de 600 testigos de su uso: un
naipe, grabados de santos y vírgenes, misivas cortas, hojas de tabaco,
una mariposa diurna y delgadísimas láminas de oro y plata, entre otros
materiales que fueron registrados y conservados.
En
otra área, una restauradora se dedicó a realizar intervenciones menores
sobre 15% de los ejemplares del Fondo Franciscano, aquellos que
requerían el refuerzo de cabezadas y costuras desprendidas, así como de
algunas hojas con faltantes mediante injertos de papel japonés o de
puntas de recubrimiento deterioradas.
Al
menos 50% de los volúmenes necesitaron guardas especiales, una de
primer nivel y otra de polipropileno para brindarles estabilidad de
acuerdo con su peso, sobre todo aquellos que presentaron un daño
estructural o que uno de sus elementos podía desprenderse. En el lomo de
algunas guardas de cartulina libre de ácido, se observa un lunar rojo,
indicador de los libros que fueron fumigados.
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